Tras dejar atrás el Calafate, una de las ciudades que suponía una parada segura en nuestra ruta era la de Puerto Madryn. Llegar nos costó unas veintitantas horas en bus, y resultó un poco “monótono” porque el paisaje patagónico es como una especie de desierto con arbustos pequeños y no muy verdes, así que a diferencia de otros sitios como nos sucedía en Brasil, no íbamos pegados a la ventana del bus.
Nuestra visita a Puerto Madryn era especialmente por la fauna que hay cerca de la ciudad, porque a 50 km a la redonda se pueden ver ballenas australes, orcas, leones y elefantes marinos, colonias de pingüinos, flamencos, guanacos (casi iguales que las llamas), avestruces y las maras que son muy típicas de la zona. De las maras me acuerdo porque eran una mezcla muy exótica de ratón y canguro, y parecían conejos un poco grandotes pero al ponerse de perfil eran clavaditos al canguro.
Conseguimos un precio especial con una agencia, y conseguimos un pack muy barato para ver las ballenas y bucear con los leones. El primer día nos fuimos al tour de las ballenas que sale desde una zona cercana a Puerto Madryn que se llama Puerto Pirámides, que no tiene puerto a pesar del nombre, para asegurar la preservación de la zona de tal manera que no se afecte en nada a las ballenas. Nos montaron en una zodiac gigante que fue arrastrada por un tractor para hacerla llegar al mar, y desde allí y dando tumbos nos llevaron a unos 2 km de la costa. Se oía respirar ballenas por todos lados, al principio las teníamos lejos pero se las veía perfectamente como salían a la superficie y soltaban agua por el orificio que tienen en la cabeza. Nos costó un tiempo conseguir que se nos acercara una, y cuando salió a la superficie estaba allí respirando a nuestro lado y con su cría. Las crías son gigantes y solo miden 5 metros, las ballenas adultas miden hasta 20 metros.
Como son tan grandes la verdad es que no se aprecia muy bien la longitud porque alguna vez asoman un poco la cabeza, otras veces se ve una parte del lomo, pero la verdad es que no te haces idea de lo grandes que pueden ser estos animales a no ser que tengas la potra de tu vida y las veas saltar. Luego resulta que son muy curiosos, y cada vez se nos acercaron más, tuvimos a dos crías nadando pegadas al bote durante un buen rato, y si yo hubiera estirado la mano las podría haber tocado!!!! Nos pasaron varias veces por debajo de la lancha y ahí sí que se podía ver al animal entero, y siendo crías eran gigantes.
Después del alucine, nos montamos en nuestra rutilla y nos llevó a ver a los elefantes marinos. Son como rocas, en superficie no se mueven nada más que para mover con las aletas las piedrecitas que tienen alrededor y hacerse una cama mejor. Hacen como nosotros cuando estamos en la playa y aplastamos la arena para quitarnos los hoyos y los pros como yo nos hacemos una almohada, pues los elefantes igual. El atractivo del lugar, aunque quede muy cruel decirlo, es ver a las orcas cuando van a comerse a las crías de los elefantes. Se acercan a la orilla y se meten hasta la arena quedando varadas a propósito para zamparse al elefante elegido, porque no se comen al pobre despistado que pillen por en medio, sino al que tenían ya fichado desde antes de llegar a la orilla. Tras nuestra visita a los elefantes nos fuimos a visitar una colonia de pingüinos, aunque no es la más grande lo bueno es que se ven muy de cerca. Ojo al dato: los pingüinos siempre están con la misma pareja toda su vida, y todos los años vuelven al mismo nido.
Sin duda, el capítulo estrella de Puerto Madryn fue nuestro buceo con los leones marinos. Nos enfundamos en trajes de 6 mm, y encima un peto de otros 6mm, el capuzón, los guantes y las aletas. Vamos, que parecíamos la niña del exorcista porque no nos podíamos ni mover, luego lo entendimos cuando nos metimos en el agua. Estuvimos media horita en una lancha hasta que llegamos a la colonia de leones, y había muchas hembras en la orilla junto con un macho, que se distingue básicamente porque es mucho más grande y creo que la cabeza que tiene es dos veces la de un pitbull. Eso sí, son inofensivos, pero eso no lo piensas cuando estás ahí y que además al león-pitbull le puede molestar que nades con alguna de sus 20 hembras (porque estos sí que son polígamos).
Total, que cuando ya estás a punto de meterte en el agua ya estás los leones esperándote en el agua, como si fuesen perros porque ves que tienen unas ganas increíbles de jugar contigo. Cuando estás debajo del agua se te acercan desde todos los lados, te mordisquean y se te acercan mucho por detrás porque descubrimos que al principio son un poco tímidos. Ya al rato de coger confianza, llegaba un momento en que te acosaban porque había tantos y todos querían que les acariciásemos que hay algunos momentos que te los tienes que quitar de encima, en plan de “quita pesao”. Intentaremos colgar la prueba gráfica en el youtube.
Bueno familia, seguiremos informando desde el frente
Un besoooooooooooooo
Pero ¿qué temperatura tenía el agua?, que de eso no decís nada. Precioso. Nunca he vivido tan cerca la naturaleza, sobre todo una naturaleza tan virgen..... Después de esta entrega os perdonaremos todo el tiempo que nos habéis hecho esperar. Besoossssssssssss
Magnifico, fantastico, una preciosa aventura que vivimos con vosotros.
Jaime y Montse