Nuestra primera parada en Tailandia fueron las islas Phi Phi, un destino muy solicitado por los turistas occidentales que apelotonan las playas de las islas. En comparación con las Perhentians, porque aunque las comparaciones son odiosas en algunas ocasiones son inevitables, nos pareció que había demasiada gente y que los precios estaban excesivamente hinchados gracias a la aglomeración de turistas. Además el turismo que reclama estos lugares perdidos de la mano de dios no es el que más nos gusta. Demasiado culturista tatuado que a las 7 de la tarde estaba ya pasado de rosca en los bares con sus amigotes, o eso fue lo que a nosotros nos pareció.



Aun así, es innegable el encanto que tienen estas islas que atraen a tanta gente. Del mar emergen unas montañas con unos paredones verticales que a cualquiera impresionan, y la vida marina que nos encontramos aquí nos atrapó horas y horas a remojo. De hecho, si no me equivoco aunque no sé si es cierto o una leyenda urbana, creo que aquí fue donde se rodó la película “La playa”.

El pueblo es totalmente nuevo, fue reconstruido desde cero hace pocos años cuando lo arrasó el tsunami en el 2004 si no me equivoco. De hecho en las calles hay señales con flechas que indican la ruta de evacuación en caso de que se vuelva a repetir, aunque esperamos que no se vuelva a dar el caso.

Como era el primer sitio de Tailandia en el que poníamos el pie no pudimos dejar de sorprendernos por la innumerable cantidad de tiendas de masajes y spas, que para nosotros era algo nuevo. Los masajes tailandeses, de una hora de duración, cuestan entre los 200 y 300 bahts, o sea, unos 4 o 6 euros dependiendo de la tienda y lo mucho que se rebusque para encontrar la ganga del momento. Muchas tiendas dejan una cortinilla medio abierta para ver lo que se está cociendo por dentro y te entren las ganas de darte el masaje, pero por lo que vimos el masaje no debía ser relajante exactamente. Se veía cómo a un pobrecillo que estaba boca abajo le estaban tirando de los brazos para atrás, con la tailandesa plantándole un pie en la espalda para hacer más fuerza todavía, y el tío estaba totalmente doblado a punto de descoyuntarse, nada apetecible…..

En Phi Phi lo típico es hacerse una excursión en barquita, junto con otros tantos turistas, que te llevan a distintos puntos de las islas cercanas hasta que se pone el sol. Nosotros nos apuntamos a una de las excursiones y nos llevaron a un sitio que es precioso y paradisíaco, aunque estaba hasta las trancas (lo siento por la puntillita pero es que parecía Benidorm en hora punta). Había dos trasatlánticos ahí en la orillita junto con otras tropecientas barcas, que la nuestra por poco no encuentra sitio en la playa para parar.


La siguiente parada la hicimos en monkey beach, una playa de otra isla diferente, en la que habitan varias familias de monos que se ponen de plátanos hasta las orejas gracias a las bolsas de frutas que traen los turistas precavidos. A mí lo de los monos no me hace mucha gracia, tienen bastante mala leche y aunque eran pequeños nos metieron algún bufido que hasta los fortachonis tatuados se les ponía cara de susto. Además, en el caso extremo de que nos metan un bocao o que suelten algún arañazo no tenemos ningún remedio entre los dos kilos de medicinas que llevamos en nuestro neceser de flores.

Para terminar, nuestro barquero nos llevó a shark point, donde se supone que si uno tiene suerte puede ver a tiburones de arrecife, como los que habíamos visto en Australia. Pues nada, en cuanto pararon la barca Jaime y yo nos metimos de un salto al agua y con todas las prisas del mundo nos pusimos todo el equipo, venga venga corre a ver si nos encontramos algo!!!!…. Cuando me giro, y veo que todos los de la barca se han quedado fuera mirándonos con los ojos como platos pensando que en cualquier momento iba a aparecer una aleta de tiburón que nos iba a comer o algo así, jejeje. De los 15 que fuimos en la barca sólo nos metimos Jaime y yo, y una chica que tras dejar pasar 10 minutos y comprobar que no nos había pasado nada también se animó. Al final no vimos los tiburones, pero las caras de la gente merecieron el chapuzón a última hora.

Nos despedidos de Ko Phi Phi tras dos días de paseíllos y playa, y nos hicimos una escapada a la isla de Ko Lanta. Poca cosa había que hacer allí…. Es una isla alargada con resorts de hoteles en algunos tramos rodeados por carreteras polvorientas. Una trampa. Para salir del resort o nos alquilábamos una motillo o nada de nada, ni paseíllos por el pueblo ni excursiones ni ná. Allí conocimos a una pareja de canarios súper majos, Luisi y Expe, que estaban en la recta final de su viaje por el sudeste asiático y en pocas semanas daban el salto hacia Australia. Compartimos una puesta de sol preciosa y una cena en primera línea de playa, llena de anécdotas del sudeste asiático y algunos consejillos adquiridos por la experiencia, acompañados por unas cervezas y, cómo no, un partido de fútbol de la liga inglesa.


Al día siguiente nos montamos en un tren rumbo a Bangkok, donde habíamos quedado con mi padre que aprovechaba las vacas de semana santa para hacerse una escapadilla. Ya ha pasado casi un mes desde aquel viajecito y nos hemos hecho desde entonces algún trayecto en bus que ha sido lo peor de lo peor, pero estamos los dos de acuerdo en que el viaje de tren de Bangkok ha sido el peor en toda la historia del pornotrip. Ya os lo contaremos en el próximo blog =;-0

UN BESAZO MUY FUERTE!!!!!!

Publicado por Jaime y Pau jueves, 29 de abril de 2010

0 comentarios

Publicar un comentario