No hicimos bien los deberes cuando fuimos para Myanmar, tierra dorada, que es como aparece en los carteles publicitarios de todo el país y debe ser por la cantidad de pagodas y estupas doradas que hay en estas tierras. Nada más aterrizar en el aeropuerto, y con 200 bahts en el bolsillo (unos 4 euros) nos pusimos a buscar un cajero, y…. sorpresón: no hay cajeros en Yangon, de hecho no hay ni un solo cajero en todo Myanmar, increíble pero cierto. En la Lonely, que abrimos como locos en cuanto nos empezamos a dar cuenta de la situación, dice textualmente: si quieres un cajero en Myanmar lo tienes que hacer es montarte en un avión e irte a Bangkok. Joooooooooooder, vaya embolado, y ahora qué? Si no tenemos dinero ni para el taxi….. pues nada, a ver si nos aceptan los bahts que por suerte nos sobraron en Thailandia y si no, tiramos de los dólares de emergencia.

Haciendo unos apañuscos conseguimos pagar al taxista en bahts, y de camino nos intentó vender su business, que era contratarle a él y su coche por 15 días para recorrer el país por unos 300 dólares cada uno. Nosotros, que somos unos mochileros ya curtiditos, preferimos coger el transporte local, pero yo me acordé de este señor las 4 veces que tuvimos que coger los autobuses en Myanmar porque fueron de traca.


Nos alojamos en un hotel al ladito de la Sule Pagoda, que es un barrio bastante conocido en Yangon, pero sin un kyat en el bolsillo. Por cierto, aquí el cambio es: 1 dólar, 1000 kyats, pero como no hay bancos ni tiendas oficiales de cambio ni nada que se le parezca, para cambiar los dólares hay que hablar con la gente de la calle, aunque no hace falta buscarlos porque con la pinta de turistas que tenemos allí a cada dos pasos te están ofreciendo o cambio de dinero o un taxi o comida de los puestos. Total, que resulta que el único sitio donde a lo mejor puede que te den dólares es un hotel de 5 estrellas a las afueras, donde te pasan la tarjeta y te la dejan temblando a cambio de darte kyats y cobrarte una comisión del 8%. Después de pagar el taxi del aeropuerto al hotel nos habíamos quedado sin Bahts, y conseguimos que el chico de la recepción nos aceptara cambiar los dólares de emergencia por los kyats, para así coger un taxi al hotel de lujo, un caos. Le damos los dólares al chico y los empieza a mirar de arriba abajo y nos dice que el billete que le hemos dado no vale porque en la cara del señor del billete hay una arruga, cómooooorl??????? Y el tío todo serio, mira es que no te puedo aceptar este billete porque tiene una arruga, y aquí los billetes de dólar que no están perfectos pues no valen ni para sonarse los mocos, así que dame otro billete. Y nosotros pensando: pero si es dinero, qué más le dará si tiene una arruga o no. Bueno, después de mucho discutir con que si te doy este billete, que si este no me vale dame otro dólar, pues el tío nos da unos kyats…. que es que se estaban desintegrando de lo viejos que estaban. Y ha sido así todo el viaje, después de un mes en Myanmar llevamos con el mismo billete de 20 dólares en la cartera que no hemos sido capaces de endosar a nadie, así que ese dinero no vale. Eso sí, nosotros estamos haciendo lo mismo, cada vez que hacemos trapicheos de cambio de dinero y nos dan dólares, miramos el billete de arriba abajo, y deberíais vernos cuando le decimos al tío que no le aceptamos el dinero porque tienen una dobles o el billete está pintado en una esquinita, de coña, pero es que si no en vez de 20 dólares inservibles llevaríamos 100.


Y claro, pensando, ¿esta gente dónde guarda los billetes si no hay bancos ni cajeros y nadie tiene una tarjeta de crédito salvo los turistas???? ¿Debajo del colchón? Me los imagino por las noches revisando sus billetes totalmente satisfechos pensando que tienen los dólares más perfectos de todo el barrio.



Aquí los precios son más o menos parecidos a Thailandia, pero la calidad no es igual, el país es bastante más pobre y la gente vive en peores condiciones, con diferencia. Algunas calles están asfaltadas, pero en algunas da la sensación de que hicieron obras y dejaron la calle levantada, y entre los escombros y el polvo y la suciedad que hay en la ciudad, uno empieza a notar cómo vive la gente aquí. Hemos pasado por algunas calles donde había señoras vendiendo en canastillos de paja alimentos de todo tipo, verduras, cabezas de pollo, filetes de pescado,…. a todo esto entre los cascotes de la calle, con las moscas alrededor y a plena solana cuando había 40 grados. También hay mucho puesto en la calle con teléfonos, pero no móviles, sino un teléfono fijo normal desde donde poder llamar a otra ciudad del país, porque la verdad que aquí pocas familias se pueden permitir el tener un teléfono en casa por muy increíble que parezca. Como ejemplo para que veáis cómo sobrevive aquí la gente: tenemos a la puerta del hotel una señora que viene todos los días con sus tres hijos pequeños a vender comida para pájaros, y una jaula con 5 o 6 gorriones, que los vende para que la gente los suelte porque aquí debe ser una tradición religiosa (si ayudas a alguien, animal o persona, estás a un paso más cerca de alcanzar el nirvana), y así se gana la vida ella y su familia. Y ya para nota, aquí no hay electricidad 24 horas al día, que esto sí que nos pareció increíble y es algo que nunca habíamos vivido. Yo cuento con que cuando llego a casa al darle al interruptor siempre se va a encender la luz, y no se me había ocurrido pensar que no todo el mundo tiene acceso a algo que para mí es tan natural tener, y mucho menos que yo viviría algo así. En todo el país hay cortes de electricidad bastante frecuentes y la mayoría de hoteles y tiendas tienen un generador a la puerta como segunda fuente de energía, pero es normal estar 3 o 4 horas seguidas sin luz.

Aquí para comer las hemos pasado un poco canutas. Es difícil encontrar un restaurante tal cual, lo que hay es mucho puesto callejero de comida, con una olla gigante llena de aceite de fritanga y mucho pollo frito y verduras con arroz. Lo que nos llamó la atención es que alrededor de cada puesto ponen unas mesitas con sus sillas correspondientes pero tamaño mini, como si se fuera a sentar allí un niño de dos años, y están allí todos comiendo con las rodillas por encima de los hombros, como si estuvieran de cuclillas. Nosotros nos hemos abonado al restaurante que hay al lado de nuestro hotel, que por menos de 5 dólares comemos los dos, con bebidas incluidas.


Otra cosa que nos ha chocado, sobre todo a mí porque Jaime lo tiene más fácil: los baños. En algunos sitios tienen el baño occidental, pero en la mayoría de restaurantes y sobre todo en las estaciones de autobús y paraditas en mitad de la carretera, los baños son 4 paredes de bambú y dos agujeros, sin papel higiénico. Un agujero es para apuntar, jejeje, y el otro es una especie de estanque con agua y un cazo, para que cuando termines eches agua con el cazo al agujero de las necesidades y lo limpies. Todo un show.


Nos ha costado adaptarnos al ritmo de vida que hay aquí, con sus carencias incluidas, pero sólo por la gente que nos estamos encontrando aquí merece la pena la visita y las incomodidades que tengamos que aguantar. Nos da la sensación de que tienen unas condiciones de vida muy básicas y que el país lleva 100 años de retraso con respecto al resto del mundo, aunque suponemos que esas no son las mismas condiciones en que viven los que llevan gobernando tanto tiempo el país.

Os seguiremos informando desde el frente,

Muchos besos a todos,

Paula y Jaime

Publicado por Jaime y Pau viernes, 30 de abril de 2010

1 Respuestas a Yangon y los billetes de dólar

  1. Muchas gracias por vuestras descripciones sobre el viaje. En una semana espero estar por esas tierras y adentrarme por sus ricones. Tengo en cuenta vuestros comentarios.

     

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